Sinestesia: exemplo

Se pasamos do mundo da emisión de sons o territorio da concreción plástica achamos que as relación entre a música e as artes plásticas son un fenómeno constante desde os inicios históricos do feito artístico. A mesma expresión gráfica da linguaxe, ligada segundo moitos estudos sobre a súa orixe no feito musical, é, en pluralidade, un feito plástico, lémbrense as diferentes escritas, desde a ideografía, a xeroglífica, chegando aos alfabetos. Estes últimos, se é ben certo que responden a un modelo de letras e non de signos- ideas, non deixan de proceder- como letras- dun proceso de abstracción de símbolos previos, ligados á emisión de son, á palabra, o canto e a danza.

Así pois, non é raro as colaboracións entre músicos e pintores: Kandinsky co compositor e pianista Thomas von Hartmann, que puxo música ao “Son amárelo” de Kandinsky. Los sonidos de los colores

Wassily Kandinsky, Composition IV (1911)







«El amarillo suena como una trompeta tocada con toda la fuerza o un tono de clarín. El amarillo es un color típicamente terrestre que no tiene gran profundidad. Enfriado con azul adquiere, como dijimos, un tono enfermizo. Comparado con el estado de ánimo de un hombre, podría corresponder a la representación cromática de la locura; no de la melancolía o la hipocondría,sino de la locura furiosa, la rabia ciega, el delirio…



El azul es el color típicamente celeste que desarrolla profundamente el elemento de quietud. Al sumergirse en el negro toma un matiz de tristeza inhumana, se hunde en la gravedad, que no tiene ni puede tener fin… Representado musicalmente, el azul claro correspondería a una flauta, el oscuro a un violoncello y el más oscuro a los maravillosos tonos del contrabajo…



El verde absoluto es en el campo de los colores lo que en el social es la burguesía: un elemento inmóvil, satisfecho y limitado en todos los sentidos. El verde es como una vaca, gorda, sana e inmóvil, que rumiando contempla el mundo con ojos adormilados y bobos… Musicalmente describiría yo el verde absoluto por medio de los tonos tranquilos, alargados y semi-profundos del violín…



El blanco y el negro han sido definidos ya en líneas generales. En una caracterización más matizada, el blanco, que a veces se considera un no-color (gracias sobre todo a los impresionistas que “no ven el blanco en la naturaleza”), es el símbolo de un mundo, donde han desaparecido todos los colores como cualidades y sustancias materiales… El blanco suena como un silencio que de pronto puede comprenderse. Es la nada juvenil o, mejor dicho, la nada anterior al comienzo, al nacimiento. Quizá la tierra sonaba así en los tiempos blancos de la era glacial.



El negro suena interiormente como la nada sin posibilidades, como la nada muerta después de apagarse el sol, como un silencio eterno sin futuro y sin esperanza».

Wassily Kandinsky, De lo espiritual en el arte

Amarillo-Rojo-Azul
1925

Para Kandinsky, el color es el medio más poderoso al alcance del pintor: el color es el medio del que dispone el artista para influir en el alma humana. «En general, el color es un medio para ejercer una influencia directa sobre el alma. El color es la tecla. El ojo el macillo. El alma es el piano con muchas cuerdas. El artista es la mano que, por esta o aquella tecla, hace vibrar adecuadamente el alma humana. La armonía de los colores debe basarse únicamente en el principio del contacto adecuado con el alma humana. Llamaremos a ésta base principio de la necesidad interior», nos dice, también, en De lo espiritual en el arte. Y es que Kandinsky atribuía a la música, como único arte auténticamente abstracto, una significación especial y ejemplar en su búsqueda de un denominador común para todas las artes. Por eso, a Kandinsky le interesaron mucho, por ejemplo, los experimentos de Scriabin con combinaciones de sonido-color.